lunes, 28 de diciembre de 2009

23. The Work Song.

No me gusta hablar de trabajo. De mi trabajo, se entiende. Mi amigo Tx tiene razón. Él siempre ha dicho que para qué hablar de lo que uno hace para ganarse la vida cuando hay vida que perder en las horas en que no se trabaja. Dice que habiendo tanta música y tantos libros y películas y gamberradas qué hacer que es un desperdicio hablar de ciertas cosas. Se entiende.

Que no se espere, pues, que cuente nada sobre lo que hago para pagar la renta. Eso sí, mi trabajo es un trabajo y todo lo que se espera de él: gris, rutinario, poco emocionante, uno-que-cualquiera-podría-hacer-creo-yo y que paga la quincena a tiempo. Como tú. Como él. Como ella. Como todos.

Como casi todos. O no sé.

Soy el tipo de persona que suele fantasear todo el tiempo. Mente atrofiada o mente privilegiada, tú decides. A veces fantaseo que uso el único conocimiento real que tengo, música y basuras así, para ganarme la vida. Es decir, que formo un grupo de éxito, manejo una tremenda estación de radio o algo así. Pero siempre me desanimo.

La primera cosa que me tira es que, hey, tengo conocimientos pero nunca seré el mejor. The top. Y esta lleva a la segunda. La segunda es que, definitivamente, no soy el mejor pero difícilmente soy el peor. Casi siempre son los peores los que están arriba. The top. The worst. Pero los que lo han logrado de una o de otra manera.

Esta una o de otra manera es la que da miedo.

Además, la tercera cosa (¿o es aún la primera? ¿la segunda?) es que, al final, hacer eso se convertiría en mi trabajo. Trabajo-trabajo. Y todo lo que se espera de él. Es decir, ceder a intereses ajenos para poder pagar la renta, entregarle horas que uno no quiere ni debe entregar y, al final, caer en la rutina. Mi grupo se convertiría en una lucha de egos, en hastiados intentos por hacer otro número 1, una gira más. Mi estación cedería o moriría. Soy demasiado impráctico. Nunca podría ser un jefe. El Jefe.

Tranquilo. Nunca lo serás. No hay posibilidad. Eso me alegra.

Por eso, vamos, no me tildes de imbécil. Si no dejo de hablar de estas cosas, mis cosas, de mis discos y revistas y tebeos y películas y vídeos no es porque sea un insano. Es porque creo en esto. Es porque es mi vida. Mi vida real. Mi vida que quiero.

Cuando quieras, discutimos lo que quieras. Eso sí, remojando la garganta en el bareto de Don Gato.

1 comentario:

  1. Creo que no te he visto trabajar. En mi mente estás tú disfrutando mucho lo que haces.

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